Dolors Bramon Banyoles, 1943) es una filóloga catalana. Doctora en Filosofía y Letras (sección de Filología Semitica) y en Geografía e Historia por la Universidad de Barcelona, es profesora asociada en el Departamento de Filología Semítica (sección de Estudios Árabes e Islámicos) de la Universidad de Barcelona.

Es miembro de la Asociación de Escritores de la Lengua Catalana (AELC), de la Sociedad Catalana de Estudios Hebreos, de l'Institut d'Estudis Catalans desde 1996, del Groupe Internacional d'Étude et Reflexiones sur les Femmes en Islam (GIERFI) y del Foro de Investigación sobre el Mundo y el Mundo Arabe (FIMAM), entre otras instituciones.

Es presidenta de la Asociación World University Service of the Mediterranean (WUSMED)

Hoy DOLORS BRAMON , nos da una entrada a través del blog de la Fundació Kassumay, con un tema que no tiene una relación directa con la fundación pero siempre está presente y está subyacente en nuestras relaciones con las comunidades a las que los apoyamos.

RAMADÁN

La práctica del Ramadán consiste en la prohibición que nada entre en el cuerpo de un musulman adulto y sano de espíritu durante las horas de luz solar de los días de Ramadán, que es el noveno mes del calendario islámico o Hijra. Es decir, en la abstención de la comida, beber, fumar y tener relaciones sexuales mientras "puede distinguir un hilo blanco de un negro", según el texto del Corán, libro sagrado de los musulmanes.

Algunos fieles también incluyen la prohibición de fumar, la ducha o el baño. El texto sagrado del Islam detalla muy bien la razón de este precepto y cómo debe observarse:

¡Creyentes! Se le ha prescrito el ayuno de la misma manera que se hizo a los que preceden [...] Pero si alguno de ustedes está enfermo o viajando, observará un número igual de días. Aquellos que, no pueden, no hacerlo, pueden reemplazarlo dando alimentos a un pobre [...] Durante el mes de Ramadán, el Corán fue bajado como guía para los hombres. ¿Quién de ustedes ve el crecimiento [de la Luna Nueva] que comienza. ¿Quién está enfermo o viajando, que sea un número igual de otros días. Dios quiere para usted lo que es fácil y no lo que es difícil '

(Corán, 2:183-187)

Como acabamos de ver en la cita anterior, es necesaria la observación visual (Ru'ya) de la luna nueva del mes de Ramadán para determinar su inicio, por lo que no se puede utilizar para tales cálculos astronómicos finales. Del mismo modo, se ha interpretado en términos de fijación de su final. Esto significa que hay algunos meses más largos o más cortos, pero con un margen de diferencia máxima de tres días, en caso de que la nebulosidad se amplíe e impida la visión de la media luna lunar correspondiente en ambos casos.

La abstención diurna del Ramadán no puede equipararse –ni, por lo tanto, traducirse– con el ayuno prescrito por otras religiones. Cabe destacar que difiere de los dejunciones del judaísmo y el cristianismo en el hecho de que en el Islam no está relacionado con la aflicción del alma ni contrición. Consiste esencialmente en una lucha de creyentes para vencerse a sí mismos y en árabe se llama Yihad L-nafs, es decir, "Yihad del Espíritu".

Por esta razón, al final de las horas de prohibición diurnas, que comienza cuando llega la oscuridad, hay una primera comida (Iftar) en el cual se suelen consumir delicias especiales, típicas de una fiesta. Del mismo modo, a finales de mes, tiene lugar una celebración (cidu I-fitr o cidu I-sagir) de hermanamiento y recordatorio colectivo de la universalidad del Islam y conmemora la victoria librada por cada fiel contra el propio cuerpo, la joya de haber vencido los sentidos y haber logrado imitar a los ángeles, que no tienen pasiones.

Es entonces cuando las familias tienden acostumbran a visitarse y hacerse regalos, o pasar unos días en días de vacaciones anuales. Entre otras cosas, durante todo el mes de Ramadán cambian los horarios de trabajo (sulen plegar una hora antes de lo habitual) y el ritmo de la vida de las ciudades islámicas.

Todo primero, y hasta que fue revelada en la ciudad de Medina la sura número 2 del Corán, el Islam sólo estipuló el deber de ayunar durante las veinticuatro horas del día diez del primer mes del calendario islámico, de manera similar a la que se prescribe (Levítico, 16:29) a los judíos el día 10 de su mes Tishrí (yom kippur o "día de la expiación").

Al distanciarse de los judíos, el profeta Mahoma continuó recomendando su práctica, que se celebra durante la fiesta llamada caixura, pero instauró la obligación de un mes especial para los musulmanes.


Vista de la mezquita de Kabounkout en Senegal