DÍA MUNDIAL DE LA JUSTICIA SOCIAL
En el año 2007 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 20 de febrero como Día Mundial de la Justicia Social. Basaron esta decisión con la afirmación de que la justicia global es un principio fundamental para la convivencia pacífica y próspera, y que constituye el núcleo de su propia misión para promover el desarrollo y la dignidad humana.
Y una vez más utilizamos el primer párrafo como contextualización de la festividad que hoy nos ocupa.
También recordamos los elementos comunes de consenso que se mantienen en las acepciones contemporáneas del concepto: el deber del estado de distribuir ciertos medios mínimos vitales (como derechos económicos, sociales y culturales), la protección de la dignidad humana y las acciones afirmativas para promover la igualdad de oportunidades.
Y cómo no, de aquí ya iríamos a hablar del derecho al bienestar y a la dignidad de cada persona, con una base en el respeto y la aplicación de los derechos humanos, y la consecución de una convivencia bastante armoniosa, con libertad y en paz.
Y una vez más la realidad nos pone en el lugar con ferocidad y nos hace revolver los bulos llenos de indignación cuando nos abre los ojos a lo que pasa en tantos lugares del mundo. Nos cuesta creer que tantas barbaridades se estén cometiendo en el año 2024 después de toda la historia vivida a lo largo de los siglos y que confiábamos en que nos aportaría aprendizaje como seres humanos. Nada más lejos de lo que sería deseable. Ni siquiera el efímero suspiro de que seríamos mejores después de la pandemia de la covid ha llegado a ningún sitio.
Hay masas indicadores que no auguran un futuro mejor, y peor no lo necesitamos. Somos muchas las personas en todas partes que luchan cada día por hacer este lugar que habitamos un chico más respirable, más saludable, más amable, más bonito, más musical, más simpático, más acogedor, más justo. Sin embargo debemos reconocer que hay muchos menos que se encargan de lo contrario. Son menos, y tanto, pero muy poderosos.
Desde la Fundación Kassumay, indignados a menudo, tristes a vueltas y con los ojos abiertos siempre, continuaremos con nuestros propósitos que nos colocan en el primer grupo a pesar de las dificultades y las debilidades. Nos animamos a nosotros mismos y a todos a no fallar y seguir creyendo en la utopía para poder seguir avanzando.
