DÍA MUNDIAL DE LA JUSTICIA SOCIAL
En el año 2007 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 20 de febrero como Día Mundial de la Justicia Social. Basaron esta decisión con la afirmación de que la justicia global es un principio fundamental para la convivencia pacífica y próspera, y que constituye el núcleo de su propia misión para promover el desarrollo y la dignidad humana.
Encabezamos la celebración de esta festividad con esta contextualización que ya hemos usado con anterioridad, y seguimos con una síntesis bastante comprensible de lo que representa este valor representado en dos palabras.
La Justicia Social es un valor que promueve el respeto igualitario de los derechos y las obligaciones de cada ser humano en su sociedad. La Justicia Social se centra en el reparto justo y equitativo de los bienes y servicios básicos necesarios para el desarrollo y la pertenencia de una persona a la sociedad, como por ejemplo el bienestar socioafectivo, la educación, la salud y los derechos humanos.
Y encontramos entre muchas palabras la palabra pertenencia. En este punto nos podemos hacer tantas preguntas como nos vengan a la cabeza, y probablemente algunas no tendrán una respuesta que nos sea amable. Yo pertenezco a la sociedad que quiero, a la que escojo, a la que deseo? ¿Tengo el derecho de pertenecer a una sociedad querida? ¿Formo parte de una sociedad acogedora? ¿Se me reconoce la pertenencia a alguna sociedad? Muchos de los que habitamos el norte bendito no hemos tenido demasiada necesidad de hacernos preguntas de este tipo, quizás porque tenemos asumida la posición que nos toca (como apadrinados por un hada) por haber nacido en un lugar determinado , quizás porque tenemos una mirada atrapada en nuestro entorno más cercano, quizás porque pensamos que sólo hay una manera de vivir que se ajusta a lo que hemos hecho siempre y nos va bastante bien, quizá porque la pandilla nunca nos ha pedido calmar un dolor extendido y prolongado... a saber. Y si mi pertenencia la tengo asumida y reconocida, o ni siquiera me la planteo porque no me supone un malestar, ¿puedo afirmar que todo el mundo pertenece a algún lugar? ¿A alguna comunidad? ¿A algún grupo? ¿Al conjunto de personas, leyes, normas, costumbres, objetos, bienes, servicios y derechos que conforman lo que llamamos sociedad? Si hay personas que no pueden vivir esta pertenencia que les situaría en un plan de equidad y justicia con sus semejante, a menudo negada por la misma sociedad que promulga la acogida y la solidaridad, entonces nos queda mucho trabajo por hacer tanto en el ámbito personal como colectivo para encaminarnos en este sendero que conduce a la Justicia Social.
Desde la Fundación Kassumay continuamos compartiendo los valores que fundamentan y promueven este concepto que hoy hemos focalizado sólo en una palabra, pero que es de una magnitud extraordinaria y que creemos que es esencial para provocar algún tipo de cambio en este mundo que intuimos herido por la ignorancia, los abusos de poder, la explotación desigual y abusiva de recursos, por la falta de respeto de los derechos de las personas y por la falta de respeto a la tierra que nos acoge. La Justicia Social es el primer paso para alcanzar la Justicia Global.
Encabezamos la celebración de esta festividad con esta contextualización que ya hemos usado con anterioridad, y seguimos con una síntesis bastante comprensible de lo que representa este valor representado en dos palabras.
La Justicia Social es un valor que promueve el respeto igualitario de los derechos y las obligaciones de cada ser humano en su sociedad. La Justicia Social se centra en el reparto justo y equitativo de los bienes y servicios básicos necesarios para el desarrollo y la pertenencia de una persona a la sociedad, como por ejemplo el bienestar socioafectivo, la educación, la salud y los derechos humanos.
Y encontramos entre muchas palabras la palabra pertenencia. En este punto nos podemos hacer tantas preguntas como nos vengan a la cabeza, y probablemente algunas no tendrán una respuesta que nos sea amable. Yo pertenezco a la sociedad que quiero, a la que escojo, a la que deseo? ¿Tengo el derecho de pertenecer a una sociedad querida? ¿Formo parte de una sociedad acogedora? ¿Se me reconoce la pertenencia a alguna sociedad? Muchos de los que habitamos el norte bendito no hemos tenido demasiada necesidad de hacernos preguntas de este tipo, quizás porque tenemos asumida la posición que nos toca (como apadrinados por un hada) por haber nacido en un lugar determinado , quizás porque tenemos una mirada atrapada en nuestro entorno más cercano, quizás porque pensamos que sólo hay una manera de vivir que se ajusta a lo que hemos hecho siempre y nos va bastante bien, quizá porque la pandilla nunca nos ha pedido calmar un dolor extendido y prolongado... a saber. Y si mi pertenencia la tengo asumida y reconocida, o ni siquiera me la planteo porque no me supone un malestar, ¿puedo afirmar que todo el mundo pertenece a algún lugar? ¿A alguna comunidad? ¿A algún grupo? ¿Al conjunto de personas, leyes, normas, costumbres, objetos, bienes, servicios y derechos que conforman lo que llamamos sociedad? Si hay personas que no pueden vivir esta pertenencia que les situaría en un plan de equidad y justicia con sus semejante, a menudo negada por la misma sociedad que promulga la acogida y la solidaridad, entonces nos queda mucho trabajo por hacer tanto en el ámbito personal como colectivo para encaminarnos en este sendero que conduce a la Justicia Social.
Desde la Fundación Kassumay continuamos compartiendo los valores que fundamentan y promueven este concepto que hoy hemos focalizado sólo en una palabra, pero que es de una magnitud extraordinaria y que creemos que es esencial para provocar algún tipo de cambio en este mundo que intuimos herido por la ignorancia, los abusos de poder, la explotación desigual y abusiva de recursos, por la falta de respeto de los derechos de las personas y por la falta de respeto a la tierra que nos acoge. La Justicia Social es el primer paso para alcanzar la Justicia Global.
